
El edificio, en su escala regional y provincial, se establece como una referencia para la ciudad de Zapala y la provincia de Neuquén. El Complejo Judicial está pensado como una pieza arquitectónica de relevancia, de impacto positivo en la ciudad, que se transformará en uno de los edificios más representativos de carácter público. Estas cualidades son factor determinante sobre el contexto inmediato en el cual se emplaza.
Para resolver la relación entre la escala que requiere el programa y la del entorno inmediato se tomaron las siguientes decisiones:
Para la implantación en el solar se elige despegar la masa edilicia de la medianera sur, abriendo una calle de accesos y determinando la posibilidad de una nueva fachada urbana.
Para resolver la relación entre la escala que requiere el programa y la del entorno inmediato se tomaron las siguientes decisiones:
Para la implantación en el solar se elige despegar la masa edilicia de la medianera sur, abriendo una calle de accesos y determinando la posibilidad de una nueva fachada urbana.
La segunda decisión establece un basamento de planta rectangular que preserva la zona arbolada y genera una cota nivelada con respecto a calle Buenos Aires y con acceso franco desde ella, en vínculo estrecho con Av. del Maestro hacia el este. En este zócalo se ubican, entre otras, los estacionamientos para el público, jueces, y fiscales, el archivo, dependencias del fuero penal y la infraestructura necesaria para el correcto funcionamiento del edificio. Sobre este nivel se apoya una tira que va conformando un claustro dando lugar al espacio cívico del proyecto, lugar ciudadano, abierto e inclusivo, el cual define un ámbito público e identitario. Esta estrategia permite que el volumen tenga la mayor superficie en contacto con el exterior, obteniendo condiciones de ventilación e iluminación natural en todos los espacios de trabajo.
El resultado es un edificio con una presencia institucional acorde al tema del encargo pero que se acomoda de tal manera que le permite no impactar negativamente con el entorno, resultando un edificio bajo pero de porte emblemático.
Se escoge representar a la justicia a través de la historia arquitectónica, entendiendo que la imagen del nuevo edificio debe responder a dos escalas: su relación con el entorno, bajo, residencial, de carácter simple y en proceso de transformación; y su condición de edificio público, en el contexto urbano de la ciudad y su relevancia en la región. La elección de un orden monumental permite manejar ambas situaciones al mismo tiempo, por un lado determina un edificio bajo y largo de dos niveles, el cual se acomoda a las alturas vecinas, obteniendo el mayor provecho del lote. Y por otro, un lenguaje atemporal y repetitivo, logrado por un ritmo de columnas perimetrales que toman toda la altura de la edificación dando armonía y orden, estableciendo una condición solemne en el lugar. Con esta decisión se establece un edificio austero y singular de pocos elementos, con la cual se genera la representatividad que este programa requiere.
Equipo de proyecto: Marco Zampierón, Fernando Monti, Adolfo Schlieper
Colaboradores: Federico Lucero, Gino Monteverde
Año: 2024




