La intervención propuesta se plantea como un equilibrio entre preservación y transformación: se reconoce la necesidad de conservar lo existente y se busca que las modificaciones sean precisas y justificadas. El objetivo es mantener el perfil del barrio y operar con la menor cantidad de elementos posible, logrando así una intervención mínima pero altamente efectiva.
El proyecto se organiza, tanto en esta etapa como en una futura ampliación, en torno al hortus conclusus: el jardín, el corazón del terreno y una preexistencia intacta que ha perdurado frente al deterioro general de la propiedad. Este sector, delimitado con claridad, resguarda en su interior un espacio destinado a la contemplación y al disfrute. Siguiendo la tradición medieval, se concibe como un pequeño paraíso: un ámbito de seguridad, calma y armonía. Por ello, toda la espacialidad interior se orienta hacia él, se abre y se despliega, haciendo que el límite entre interior y exterior se vuelva difuso.
Una pieza neutra, de inserción precisa, concentra los servicios requeridos y libera el resto de los metros cuadrados para su máximo aprovechamiento, evitando la necesidad de generar nuevas superficies. La operación se reduce al mínimo con la premisa de resolver todas las funciones en un único elemento y permitir que el espacio fluya, reúna y abrace a quienes lo habiten.
Dado que se trata de una pieza incorporada, su carácter se evidencia mediante el uso de un sistema constructivo liviano, en seco y modular que, casi sin tocar el piso, las paredes o la cubierta, logra constituirse como un objet-type: un elemento inédito que, aun manteniendo su autonomía, guarda el silencio necesario para que el espacio principal pueda desplegar las diversas actividades que convoquen a los colegiados.
Equipo de proyecto: Fernando Monti, Adolfo Schlieper
Colaboradores: Federico Lucero, Gino Monteverde
Año: 2023
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